martes, 2 de diciembre de 2008

La ciudad de Petra




















Fundada en la antigüedad hacia el final de siglo VII a. de C. por los edomitas, Petra fue ocupada en el siglo VI a. de C. por los nabateos que la hicieron prosperar gracias a su situación en la ruta de las caravanas que llevaban el incienso, las especias y otros productos de lujo entre Egipto, Siria, Arabia y el sur del Mediterráneo.



Lo increible de Petra es que numerosos edificios tienen fachadas directamente esculpidas en la roca.
La entrada a esta ciudad mítica es un desfiladero angosto que desemboca en un valle con templos y sepulcros excavados hace 2.000 años. Recorrer el Siq, el profundo desfiladero que constituye la entrada a Petra, es una experiencia única.


Petra se encuentra en el sur de Jordania, a 259 km de Ammán, la capital del país. Se construyó hacia el siglo III a.C., cuando los nabateos escogieron ese rincón del desierto como capital.
A lo largo de más de 1 kilómetro, la garganta se estrecha y ensancha una y otra vez, mientras la altura de las paredes aumenta progresivamente hasta ocultar el cielo.
Alabada por occidentales como Johann Ludwig Burckhardt (quien entró en ella en 1812), el pintor David Roberts y Lawrence de Arabia, Petra sigue transportando en el tiempo a aquellos que la visitan. Semejante yacimiento arqueológico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco (1985).
Burckhardt identificó aquellas ruinas como la ciudad de piedra rosa que mencionaban los textos de los antiguos griegos y romanos. Para burlar la vigilancia de los beduinos tuvo que disfrazarse como un viajero musulmán. Hoy en día, es fácil entablar contacto con los amables descendientes de aquellos árabes del desierto que antaño impedían la entrada.
Para llegar a esa ciudad perdida en el desierto se parte de Ammán, la capital jordana. Al viajero le espera un trayecto de un día, bien por la Autopista del Desierto, o bien por la Autopista Real, menos monótona y que posibilita una visita a la tumba de Moisés, los mosaicos de Madaba y la fortaleza de Kerak.
Petra, que debe su nombre a la palabra “piedra” que el geógrafo griego Estrabón utilizó para referirse a ella, mantiene el acueducto de Siq, adosado a los muros de la garganta del mismo nombre. La entrada a Petra se realiza a través del desfiladero del Siq, una garganta natural, cuyas paredes alcanzan en algunos tramos más de 100 m de altura.Por ella se entra en la capital nabatea, a través del legendario desfiladero del Siq, un paso entre rocas por el curso — hoy seco— del río Musa. A lo largo del trayecto, entre los colores cambiantes de la piedra arenisca, pueden observarse antiguos grabados con los que los nabateos honraban a sus dioses. Es posible realizar visitas nocturnas bajo la luz de un centenar de velas, entre el desfiladero de Siq y el monumento del Tesoro. Estas visitas se contratan en el centro de información.
El Tesoro o Al-Khazneh es el edificio que aparece al final del Siq y el primero de la visita. La luz del amanecer es la mejor para apreciar el color rosado de la roca en la que fue excavado. Destacan las columnas y frisos de su fachada.
El Khazneh al-Faroun o Tesoro del Faraón, la fachada esculpida en la roca, es el monumento más conocido de Petra, popularizado en la película 'Indiana Jones y la última Cruzada', de Steven Spielberg.


Según una leyenda beduina, el faraón escondió su tesoro en la urna de la fachada, para protegerlo de los saqueadores de tumbas. Donde acaba el desfiladero comienza una sucesión de cientos de tumbas y casas rupestres decoradas profusamente.
El camino principal del recinto sigue el valle del 'wadi' (río, en árabe) Musa y pasa frente a las Tumbas Reales, ejemplo de la riqueza nabatea durante su época de esplendor.
Para quedar impregnado del misticismo de estas ruinas, conviene dedicar 3 días a su visita. En el Forum Basin, el museo del yacimiento, se puede conocer la historia antigua y reciente de Petra.
En el siglo VII, la ciudad cayó en manos del islam, sufrió terribles terremotos y fue deshabitada. Siglos después, Petra volvió a ser ocupada por tribus beduinas que se alojaron en las casas rupestres nabateas; cuando la Unesco declaró Petra Patrimonio de la Humanidad en 1985, sus moradores fueron trasladados a un pueblo edificado en las cercanías.
Hoy, los descendientes de aquellos beduinos trabajan en Petra como guías, alquilan caballos para recorrer el Siq o burros para subir al templo Ed-Deir, la mayor construcción del yacimiento, aislada en lo alto de un monte.
Dejando atrás Al-Khazneh, el barranco se abre en el denominado Siq Exterior, que conserva tumbas incrustadas a ambos lados. Unos 200 metros antes del Teatro, aparecen varias decenas de tumbas alineadas y coronadas por almenas, arcos, dobles cornisas y scalinatas. Este tramo se llama Vía de las Fachadas.
Al-Khazneh (El Tesoro) aparece al fin a los ojos del visitante: un templo de inspiración helenística cuya datación es aún incierta.
Paradójicamente, el Tesoro no esconde ningún tesoro como se creía, sino que cumplía funciones de mausoleo.
Las tumbas reales requieren casi un día de visita. La tumba de la Urna y la del Soldado Romano son las más célebres.
El Anfiteatro romano es otro de los monumentos principales. Excavado en la roca, con 45 filas de asientos, contaba con un aforo para 8.000 personas. La instalación se sitúa entre Al-Khazneh y las Tumbas Reales.
La ascensión a pie hasta El Monasterio o Ed-Deir es uno de los itinerarios más inolvidables de Petra. El camino está flanqueado por rocas donde los nabateos excavaron numerosas tumbas, como la del Triclinium, de los Leones.
El Monasterio es el edificio más grande de Petra. Se encuentra sobre un monte,apartado de la ciudad. Su imponente fachada mide 47 m de ancho por 42 de alto. Conviene dedicarle un día. La parte final de la ruta pasa entre estrechos acantilados con vistas magníficas.
Ain Mussa es el manantial que Moisés hizo brotar de la roca al golpearla con su bastón 3 veces. Se halla de camino a Petra, a pocos kilómetros de Wadi Mussa.
El Altar de los Sacrificios está situado sobre una colina desde la que se obtiene una completa panorámica de Petra.
El Museo Nabateo, situado en el centro de la ciudad y de acceso gratuito, es el mejor final de la visita a Petra. Ofrece una visión histórica de los nabateos y muestra numerosos objetos recuperados en la ciudad. Al sudeste de Petra se halla la reserva natural del desierto de Wadi Rum. En Petra, hay empresas que organizan esta excursión y varios ómnibus que llevan hasta la entrada de la reserva. El atractivo de Wadi Rum son las rutas a pie, en camello o en vehículo todoterreno. También se visita la cueva Jebel Khazali y las piscinas naturales.




















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